Algunas veces los sueños salen tal cual los soñamos, pero muchas veces se dan con ciertas variaciones. Este último es mi caso.
Esta historia se desarrolla donde la había soñado tal vez hace unos 20 años atrás, en el estadio Pascual Guerrero de Cali. En el sueño estaba con quien imaginaba que podría ser mi hijo, llevándolo en hombros con una camisa verde del Deportivo Cali y caminando por la calle contigua a la caseta La María. Cuando digo que los sueños algunas veces salen tal cual los soñamos, es porque es así, poquísimas veces se dan tal cual; en mi caso solo se dio lo de ir al estadio con mi retoño.
20 años después no soy padre de un hijo, sino, de una hermosa niña; no llegue con ella en hombros porque finalmente fuimos al estadio por primera vez cuando ella tiene 8 años y no vestía una camiseta del deportivo Cali, sino de la Selección Colombia; y para completar el equipo el que se viste de verde y lleva el nombre de la ciudad hoy cuenta con estadio propio, el cual está mas cerca de Palmira que de Cali y para llegar hasta allá ya me da pereza.
Cuando me di cuenta que la Selección Colombia de Futbol Femenina jugaría un partido amistoso en Cali inmediatamente supe que era el momento de ir con mi hija al estadio y a mitad de semana salí con ella a comprar las entradas, dado que el juego estaba programado para el sábado 23 de octubre de 2021 a las 5:00 pm.
Ahora solo debíamos esperar el momento y ella quien era la protagonista de esta esperada salida, inmediatamente se dio cuenta que iría al estadio busco en su guarda ropa cuál de las camisetas de la selección Colombia usaría; como es la vida se encontró 2 camisetas de Colombia, 1 de Boca Junios que usaba cuando probó suerte en un equipo de futbol del barrio, pero aún no tiene la del Deportivo Cali; tal vez porque aún no hemos ido hasta Palmaseca a verlo jugar.
Las horas previas al encuentro nuestra ciudad se vio sorprendida por una tremenda lluvia que trajo vientos fuertes, granizo, lluvia fuerte y en algunos sectores tormenta. Era el medio día y la ciudad se veía como si fueran las 6:00 de la tarde… estaba muy nublado y con la lluvia, las calles inundadas y algunos sectores sin energía eléctrica llegue a pensar que no podríamos ir.
Finalmente salimos a eso de las 4:00 de la tarde hacia el estadio que está a unas 12 calles de nuestra casa, pero el recorrido de ida lo hicimos en un taxi ya que ella estaba un poco ansiosa y no quería caminar. Siempre le he dicho que al estadio se va caminando; otra razón más para decir que los sueños muchas veces no salen como los soñamos, ya que para ver a nuestro equipo debemos ir a una ciudad vecina llamada Palmira.
Con la requisa de rigor, extrema por demás debido a los vándalos que entran al futbol vestidos con los colores de los equipos, entramos por primera vez al Olímpico Pascual Guerrero; ella no lo supo, pero lo sabrá cuando lea esta crónica, y es que en mi garganta se hizo un nudo, mis ojos se hacía agua y mi corazón se aceleraba a medida que buscábamos nuestro lugar en la tribuna oriental.
El estadio tenía grandes parlantes que amplificaban la música de moda y ella no lograba escuchar mi voz entrecortada, pero así estaba, mis emociones a tope y ella algo timada observaba mientras yo secaba las sillas donde nos sentaríamos, ya que debido a la lluvia que había caído horas antes todo estaba mojado.
El encuentro entre las Selecciones de Chile y Colombia femeninas inicio y a medida que avanzaba el partido mis emociones se fueron regulando, ella observaba y mientras tanto yo le enseñaba cosas que sucedían en medio del juego.
Del partido debo decir que ellas, Las Chicas Super Poderoras, definitivamente tienen aquello que le hace falta a la selección absoluta masculina de mayores, ellas tienen técnica, pero sobre todo tienen la decisión de ir al frente a ganar. No daban un balón por perdido, eran solidarias en las posiciones del campo de juego, había conexión entre cada una de las líneas de juego, pero sobre todo se veía una gran conexión entre el medio campo y el ataque. Alrededor nuestro todos eran expertos y hacían comentarios como si fueran expertos jugadores de futbol; pero al final eso solo era su ego de machos que no los dejaba tranquilos al ver a las jugadoras sacar adelante un juego que por largo tiempo se ha dicho que es para hombres.
Volviendo al momento que compartía con mi hija, llego el momento que me dijo “este futbol si me gusta, y el de los hombres no tanto porque son muy bruscos” y me pidió que volviéramos al estadio. Por lo tanto, llego el momento de compararle una camiseta del Deportivo Cali y disponernos a viajar para llegar hasta el estadio que está a unos 70 minutos de nuestra casa.
Durante el encuentro las emociones estuvieron a flor de piel y sobre todo verla disfrutar los momentos del partido, pero sobre todo ver como ella celebraba los dos goles que nos regaló la selección Colombia fue indescriptible. Definitivamente fueron 90 minutos de mucha emoción.
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